
¿Qué se debe tener en cuenta al encargar una traducción?
Uno de los aspectos más importantes de una traducción es el encargo. Este no solo origina el trabajo, también determina el proceso, la finalidad y el resultado de la traducción. [1]
Ningún texto se traduce en el vacío: la traducción responde a una necesidad y a unas circunstancias concretas.
Aunque a primera vista parecería que un texto solo ofrece una traducción posible, y más en traducción científico-técnica, pronto vemos que no es tan sencillo. ¿Quién va a leer el texto meta? ¿Cuándo? ¿En qué medio? ¿Cuál es el principal objetivo: informar, convencer, entretener…?
En ocasiones, el cliente no puede adjuntar el documento en el primer contacto (por confidencialidad, por ejemplo, o porque aún no tiene el archivo). En otras, quien inicia el encargo aún no dispone de toda la información. Pero hay una serie de datos clave que ayudan mucho al traductor a hacerse una primera idea del trabajo:
- Tipo de trabajo: ¿se trata de traducción, localización, transcreación? ¿O quizá el trabajo es de revisión o corrección?
- Temática: ¿el texto es general o especializado? Si es especializado, ¿cuál es su ámbito?
- Extensión y formato: ¿el documento está en un formato que admite la extracción del texto traducible (por ejemplo, un documento de Microsoft Word) o no lo permite (imagen escaneada)? ¿Hay imágenes o gráficos con texto que deban traducirse?
- Destinatarios: ¿la traducción está destinada al público general o a expertos del sector? ¿El texto final será público o se limitará a la circulación interna? ¿Se dirige a lectores de España o de todo el mundo hispanohablante?
- Estilo: ¿el cliente dispone de una guía de estilo? Si no es así, ¿tiene algún tipo de preferencia en cuanto a estilo u ortotipografía? ¿El texto se va a revisar o debe quedar listo para su publicación inmediata?
Antes de responder a un encargo de traducción, es importante que el traductor cuente con toda la información posible. De esta forma, puede aceptarlo, tomar las medidas necesarias o, dado el caso, rechazarlo.
Lo ideal es que, al solicitar una traducción, el cliente adjunte el documento de origen e indique las circunstancias de publicación.
A partir de estos datos, el traductor puede calcular un presupuesto exacto y proponer un plazo de entrega acorde con las circunstancias particulares. Y si el cliente tiene cualquier duda, seguro que el traductor puede ayudarle.
Disponer de la máxima información de antemano nos ahorrará muchas consultas durante la fase de traducción e incluso después de haber entregado el trabajo.
[1] Christiane Nord, en su clásico Translating as a Purposeful Activity (Manchester: St. Jerome, 1997), aborda la traducción de forma clara y exhaustiva desde un punto de vista funcionalista.